30 de noviembre de 2010


Cómo nombrar

Mi paso de agua por la cantera escurrida de las manos

las boqueras de higo lastimando la risa

al borde del camino mis mentolados hinojos y los recodos

espléndidos de verde y frutas maduras

mis corridas de cangrejo en tierra baldía

la curva cerrada de los ojos y mi casita de caracol

trepando la nervadura del silencio

ese río de cauce agitado que bambolea

mi barcaza de papel con sus banderas de tinta como fiebre

que deshilacha el porvenir en harapos de esperanza

-vocal muda que no admite haches-

el regocijo desatado en balbuceos de Luz

en carruseles de jirafas caballos y carrozas

como nombrar

ese pozo que se eleva como enjambre de miel

picoteado de abejas.

25 de noviembre de 2010

Gioconda Belli- Nicaragua


Sencillos deseos


Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo
y quisiera besos en la espalda
acurrucos
que me dijeras las más grandes verdades
o las más grandes mentiras
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda del mundo
que me querés mucho
cosas así
tan sencillas
tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero como una gran ola de ternura
deshaciéndome
un ruido de caracol
un cardumen de peces en la boca
algo de eso
frágil y desnudo
como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la
mañana
o simplemente una semilla, un árbol
un poco de hierba
una caricia que me haga olvidar
el paso del tiempo
la guerra
los peligros de la muerte.


18 de noviembre de 2010

Mónica Angelino


Porque


Cuando suena grave el acento

sobre la vocal del frío y los pájaros de nieve

esculpen muñecos tristes


cuando con el viento los quebrados cristales

fragmentan las ventanas y los pastos se quedan

afónicos de grillos


cuando todo es garganta de apagados ceniceros

y la noche surfea sus grises marejadas


es ahí donde el roble de tu casa se hace leña y abrigo

savia que riega la raíz sonámbula

y mi nombre regresa

con tu nombre a la infancia

y se hamacan de nuevo en la plaza los gritos

con caballos salvajes que galopan sortijas


ahí es donde los dos con sus manos

-mi nombre y el tuyo-

llena de migas de nube la boca

juntando pedazos chiquitos de cielo

calientan con risas

la vocal del frío.